martes, 5 de mayo de 2015

Mi perrucha peluda

Hoy mi bebé ha decidido echarse una buena siesta, así que aprovecho y escribo otra entrada...
La de hoy viene inspirada por Mónica y su tetera; y es que ayer leí una entrada preciosa sobre el cambio en su vida al adoptar a su perrete.

Cuando era pequeña mis padres vivían en una casa con jardín y teníamos dos perros geniales. Después, por circunstancias de la vida, nos tuvimos que mudar a un piso muy pequeño y ya no tuvimos perro nunca más. Cada cierto tiempo le pedía a mi madre tener un perro, y mi madre siempre me decía que no. Para mi era muy triste no poder tenerlo porque me gustan mucho los animales, en especial los perretes, y siento que la vida es más completa si "pones uno en tu vida". Me gustan tanto que hice un curso genial de adiestramiento desde el cariño en Educan, una escuela estupenda :))

Cuando me independicé, lo primero que hice fue irme al Refugio y adoptar una preciosa bolita de pelo sucio a la que llamaban Vanesa. Estaba en un cercado con unos 50 perros más; todos ladraban y ella se escondía en una caseta; y la vi y me vio, y sentí que nos estábamos esperando. Así que en ese momento lo tramité y me la llevé a mi casa.

Venía llena de hollín y muy asustada; leí en sus ojos cosas que ojalá nunca la hubieran pasado. Se metió debajo de la cama y no salió hasta pasadas varias horas, que se plantó en la puerta para que la sacara, hizo sus cositas y otra vez para la cama. Tardé exactamente una semana en ganarme su confianza; muy poco, lo se, pero es que estábamos destinadas a estar juntas, siempre he sentido que así era. Yo estaba triste y cansada por vivir lejos de mi casa y de mi familia, y ella necesitaba un hogar en el que la dieran todo el calor que otros la negaron.

Mi Reina ha sido buena desde el primer día que llegó, pero alguna trastada me ha hecho claro. Como al mes de tenerla me tuve que ausentar unas horas y no me la pude llevar; cuando volví a casa se había hecho caca hasta por las paredes.... Pero me armé de paciencia, lo limpié, la acaricié y la hablé con palabras bonitas. ¿De que serviría enfadarme con ella? Seguro que lo hizo porque se sintió abandonada. En cada embarazo me ha regalado un pipí estratégico en mi almohada, como queriendo "marcar" a su dueña. También, con cada hijo, me ha demostrado lo maravillosa que es, lo bien que se adapta y lo mucho que me quiere a mi y a mis pequeños.

Podría tirarme horas escribiendo. Lo más importante de todo, es que no nos rindamos; ellos no se van a rendir y acabarán por abrirte su corazón, y te querrán mas que a nadie porque eres su guía, su salvador, su mundo.

Como siempre digo a todo el que me conoce, no compres, adopta. Te necesitan, hay muchas perreras y mucho desalmado suelto; dale una oportunidad y verás como te recompensa con creces todo lo que le des.

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