Nadie te cuenta la experiencia tan increíble que es el embarazo, lo grande que te sientes sabiendo que en tu cuerpo, y gracias a él, se está creando un ser humano perfectamente formado.
Nadie te prepara para las sensaciones del parto, esas que se sienten en el alma cuando empujas y sólo piensas "estoy a punto de abrazarte", y ese pensamiento te da el aliento que te falta para empujar de nuevo.
Nadie te enseña lo que verás en tu cuerpo después, algo que no se parece a ti, cicatrices, manchas, "colgajos", señales que ya nunca se irán.
Nadie puede explicarte el alcance real que tendrá para ti ver su cara por primera vez, oler su pequeño cuerpo, sentir su corazón al compás del tuyo.
Me hablaron de muchas cosas en mis embarazos: me dijeron que el parto duele, que la tripa ya nunca será igual, me enseñaron trucos, métodos, consejos para la crianza de mis hijos; me contaron historias terribles y otras maravillosas.
Me dijeron tantas cosas....
Pero nadie me explicó que nunca había amado hasta que los respiré.
Nadie me dijo que enseñaría mis cicatrices orgullosa; nadie jamás me enseñó lo que significa ser mamá de alguien, los sentimientos que sus cuerpos traen a tu vida, las experiencias, las risas, los llantos, los besos de madrugada, las ojeras, los cuentos, las pinturas en la pared, los minutos robados, las pelis con palomitas, la ilusión por vivir.
Nadie me contó ninguna verdad sobre la maternidad. Esas sólo las enseñan los hijos.
